Mi pesquera


Nuestra temporada 2022 gira entorno de L’encesa, un arte de pesca milenario de la zona de nuestra Marina Alta. Rendimos homenaje a todos aquellos encesers que se jugaban la vida cada noche de invierno con el relato Enceser. Hoy el capítulo 4: Mi pesquera.

«Acaba enero y he pasado dos semanas aprendiendo el arte de pesca milenario llamado l’Encesa. He llevado un buen dinero a casa. La asfixia económica nos da una tregua. Yo me encuentro exhausto, pero feliz. No tengo vida suficiente para agradecer a mis anfitriones esta oportunidad de pescar en su pesquera. Ahora toca el momento de buscar mi propia zona de pesca.

Después de un par de días de compleja búsqueda, descubro una pequeña pesquera que se adapta a lo que necesito. Tiene un difícil acceso, tengo que colocar yo mismo guías para bajar, pero está cerca de mi casa y sin otras pesqueras alrededor.

Mi primera pesca allí es poco exitosa, ya que la mayoría del tiempo lo invierto en hacer más accesible y seguro el descenso. Aprovecho varios salientes y grietas para colocar una cordada unida por piquetas de hierro clavadas. El espacio en la pesquera es reducido, por lo que el último anclaje me sirve para atarme por la cintura al acantilado y debo fabricar un canyís para poder dejar mis utensilios.

La pesquera es pequeña, pero está cerca del agua y con un saliente en la roca que me sirve de cobijo en las noches intempestivas. Se accede por el lado derecho, delante a la izquierda está el canyís y al final de la pesquera hay un agujero perfecto para almacenar las capturas en el cabaç.

La segunda noche en mi pesquera va genial. Es una noche fría y rasa de febrero. Y con los primeros rayos de amanecer subo el acantilado con más de 15 piezas capturadas de buen valor. Esa mañana se va a vender bien y rápido en el pueblo. No descanso, no tengo tiempo, la ilusión y el dinero extra me hacen seguir adelante.»